Los orígenes de la infiltración: Metal Gear en MSX (1987)

Antes de convertirse en una de las sagas más influyentes de la historia de los videojuegos, Metal Gear comenzó en 1987 como un título para el MSX2, un ordenador japonés que en su momento competía con la Famicom de Nintendo. Lejos de ser un simple juego de acción, la visión de Hideo Kojima cambió las reglas del género al introducir un concepto revolucionario: en lugar de atacar de frente, el jugador debía evitar ser visto. Este primer paso sentó las bases de lo que hoy conocemos como los juegos de sigilo.

El nacimiento de una nueva jugabilidad

En Metal Gear (1987), el jugador toma el papel de Solid Snake, un joven soldado enviado a la fortaleza militar Outer Heaven con la misión de destruir al arma bípeda conocida como “Metal Gear”.

La gran innovación fue el enfoque en la infiltración. Las limitaciones del MSX2 no permitían una gran cantidad de enemigos en pantalla ni combates fluidos, así que Kojima encontró una solución brillante: convertir la evasión en el núcleo de la jugabilidad.

  • Evitar cámaras y guardias era más importante que disparar.
  • El jugador debía usar el entorno y objetos como disfraces o tarjetas de acceso.
  • Los enfrentamientos directos rara vez eran la mejor opción.

Esto marcó el inicio de un género completamente nuevo en la industria.

Un contexto diferente en la industria

En 1987, los videojuegos de acción dominaban las consolas y arcades. Contra, Double Dragon o Castlevania eran referentes del momento. Sin embargo, Metal Gear ofreció un desafío distinto: pensar antes de actuar.

La historia también aportaba un toque único. La trama de complots militares, traiciones y un enemigo “invisible” en forma de un mecha futurista no era común en la época, y el estilo narrativo de Kojima empezaba a mostrarse desde entonces.

El primer “Metal Gear” como símbolo

Aunque las limitaciones técnicas del MSX2 no permitieron que el mecha Metal Gear TX-55 apareciera de manera imponente en pantalla, su presencia fue clave en la trama. La idea de un arma capaz de lanzar misiles nucleares desde cualquier lugar del mundo se convirtió en un pilar temático de la saga: la tensión entre la guerra tecnológica y la humanidad.

Desde entonces, cada entrega de la franquicia ha girado en torno a este concepto.

El legado del original

El éxito del primer Metal Gear abrió las puertas a su secuela Metal Gear 2: Solid Snake en 1990, también en MSX2, donde Kojima perfeccionó el concepto de sigilo. Más tarde, el salto a 3D con Metal Gear Solid en PlayStation consolidaría a la saga como leyenda.

Sin embargo, todo comenzó con aquella primera misión en Outer Heaven. Hoy, más de tres décadas después, Metal Gear sigue siendo un título que vale la pena revisitar para entender la evolución del medio y la visión de un creador que se adelantó a su tiempo.

El primer Metal Gear en MSX2 no fue solo un videojuego más de los ochenta: fue el nacimiento de un género. Hideo Kojima transformó las limitaciones técnicas en innovación jugable y narrativa, estableciendo la infiltración como un camino alternativo frente a la acción directa.

Ese inicio humilde marcó el rumbo de una saga que no solo entretuvo, sino que también revolucionó la manera en que entendemos los videojuegos.

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